Dujove es el ajuste antes del ajuste. Como ministro de Hacienda de Macri fue el encargado de ejecutar el plan de déficit cero que impuso el FMI. Buena parte del equipo económico de Milei trabajó con él. Mantiene un diálogo frecuente con Santiago Bausili que fue su secretario de Finanzas y ahora preside el Banco Central. En sus despojadas oficinas con vista a la autopista Illia, explica porque Milei hizo en seis meses lo que a ellos les llevó casi dos años: «La principal diferencia es el punto de partida. El gobierno de Macri arranca con el paciente muy enfermo pero asintomático. la bomba no había explotado. Ahora, el artefacto le explotó al peronismo, la gente lo sufrió en carne propia».
-¿Cómo estás viendo el momento actual de la economía?
-Creo que lo más relevante es que Argentina hizo una corrección fiscal que necesitábamos desde hace mucho tiempo. Hay muy pocos casos en el mundo de un país que haya cometido el suicidio macroeconómico que cometió Argentina entre 2007 y 2015, donde el gasto público subió de 25 puntos del PBI a 42.
Fue un aumento del 70% del gasto público en términos de PBI en un periodo muy corto de tiempo, y los países de ingreso medio, medio-alto como Argentina no recaudan 40 puntos del PBI, recaudan entre 25 y 33 puntos.
-¿Esa es la diferencia con los países nórdicos?
-Bueno, hay países muy desarrollados que tienen un nivel de imposición muy alto y la sociedad lo paga, porque tienen servicios de lujo, la gente paga impuestos muy altos porque los servicios que brinda el Estado son de primer nivel.
En los países de ingresos medio, medio-alto, que son con los que nos comparamos nosotros, Brasil, Chile, México, los niveles son muchos más bajos. Ir a 42 puntos del PBI de gasto implicó que primero, desde 2010, se financió el gasto con reservas del Banco Central y deuda; después con deuda y después el gobierno de Alberto Fernández hizo una mega emisión de 25 puntos del PBI en cuatro años, eso nos dejó con una inflación del 300%.
Nosotros, en el gobierno de Mauricio, pudimos bajar el gasto público consolidado de 42 a 36, que es muchísimo. Y yo soñaba en el segundo mandato de Macri poder llegar a 30-32 puntos del gasto de PBI, que es un lugar donde se puede financiar el gasto con impuestos y volver así a una macroeconomía sana.
Lo dejamos en 36 y Alberto Fernández lo llevó a 39. En este primer año de Milei el gasto público está cayendo de 39 a 31,5 porque está la baja del gasto del Gobierno nacional pero, además, a través del corte de las trasferencias discrecionales a las provincias se las forzó a hacer ajustes en el gasto público provincial, donde hay mucho espacio fiscal, porque las provincias no gastan en sistemas previsionales, la mayor proporción de su gasto es empleo público. Entonces, las provincias también hicieron un ajuste sustantivo.
-¿Este ajuste que se impuso a las provincias es una novedad?
-El gasto primario real de la administración nacional está cayendo 27% y el de las provincias 20%. Entonces, cuando uno mira las dos cosas, el gasto consolidado está bajando de 39 a 31,5 y es la primera vez desde 2008 que la Argentina va a financiar su gasto consolidado con impuestos. Ni con reservas ni con deuda neta, ni con emisión monetaria. Eso, es una novedad de primer orden.
Es un primer paso para reordenar la macroeconomía. Después, faltan muchas cosas, falta reemplazar un montón de impuestos heterodoxos muy distorsivos y falta que nos ordenemos en el plano monetario-cambiario. Pero los pasos que se dieron este año son muy relevantes.
-¿Y cuál es la consecuencia de ese orden? ¿La baja de la inflación?
-Bueno, dado que Argentina había perdido acceso a los mercados, marginalmente cada peso de déficit se estaba financiando con emisión monetaria, y eso es lo que nunca entendieron ni Alberto Fernández ni Martín Guzmán, que venía con ideas que el gasto público y el déficit es expansivo como en Estados Unidos, con la diferencia que en Estados Unidos la demanda de deuda pública es más o menos infinita y en Argentina esa demanda no es infinita y más aún si la reestructuran como hicieron ellos. Entonces, si financias el déficit con emisión, terminás generando inflación y bajando los salarios reales.
Entonces, este ordenamiento macro lo que ha permitido es dejar de emitir y, con eso, lo que estamos logrando es que baje la inflación. A su vez, dado que estamos mejorando la solvencia del sector público, baja el riesgo país y si eso sucede, se crean las condiciones para que el nivel de inversión sea más alto.
¿Puede crecer la inversión?
-En la medida que la tasa en dólares de Argentina es más baja, hay más proyectos que son rentables. Hoy, el sector privado está colocando entre 7 y 8% de tasa anual que no hubiera sido posible sin este ordenamiento macroeconómico.
-Hablan de cerca de 7 mil millones de dólares de deuda que colocaron empresas privadas…
-Es menos, entre 3 mil y 4 mil, pero si uno suma lo que está creciendo en créditos en dólares a las empresas del sector privado, producto del blanqueo y las condiciones que se han generado, estamos en esos niveles. Ordenarse en términos macroeconómicos tiene impactos muy visibles, baja la inflación, el riesgo país, eso sienta las bases para que la inversión pueda recuperarse.
Por otro lado, baja el impuesto inflacionario. Una familia de ingresos medios, medios-bajos o bajos, que tiene menos herramientas para defenderse de la inflación, en un mes que tenía 10% de inflación, perdía el 5% del valor de su salario a lo largo del mes. Entonces, al remover el impuesto inflacionario, los salarios reales tienden a recuperarse. Parte de eso es lo que estamos viendo. Por supuesto, es un primer paso, pero un primer paso muy importante.
-¿Podemos decir que en Argentina comprobamos empíricamente que emitir en exceso genera inflación? ¿Ese debate está saldado?
-Por supuesto que ese debate está saldado hace muchísimos años en todo el mundo.
-Pero acá no.
-En Argentina creo que empieza a saldarse en términos de lo que cree la opinión pública. Yo creo que hasta un ministro como Guzmán no creía en eso. Entonces, anda a explicarle a la opinión pública que la emisión monetaria genera inflación.
-Ahora pareciera que tuvimos la comprobación…
-Más allá de la comprobación a nivel académico, ahora creo que la sociedad lo vivió. En el gobierno de Alberto Fernández se emitieron 25 puntos del PBI. Con una base monetaria que en Argentina en épocas normales esta entre 8 y 10 puntos, si emitís esa cantidad, la inflación se te va bien por encima de los 100 puntos anual y eso se vio.
Hoy hay mucha gente que discute muchas cosas de Milei, pero creo que se discute menos las virtudes de financiar el gasto con impuestos, de equilibrar las cuentas públicas. Y se discute también mucho menos la necesidad de evitar emitir dinero para financiar al fisco.
-Vos contaste este esfuerzo fiscal que hicieron en el final del gobierno de Macri y cómo pensaban completarlo en un segundo mandato. Milei hace todo ese trayecto que tenías previsto en menos de un año, ¿por qué él pudo y ustedes no?
-La principal diferencia es el punto de partida. El gobierno de Macri arranca con el paciente muy enfermo pero asintomático. Los médicos llaman a la presión el asesino silencioso, porque vos podés tener la presión muy alta que te está endureciendo las arterias pero al mismo tiempo no tener síntomas.
En 2015, Argentina tenía las tarifas que cubrían el 15% del déficit fiscal, 42 puntos del PBI de gasto, no tenías fuentes de financiamiento. Pero, los salarios reales estaban en un pico histórico, financiados con el atraso tarifario, con habernos consumido las reservas, pero la bomba no había explotado. Ahora, el artefacto le explotó al peronismo, la gente lo sufrió en carne propia.
El artefacto empieza a explotar con la aceleración inflacionaria de fines de 2021. Cuando termina el Covid y se empieza a sentir el impacto de toda la emisión de esos años, a finales de 2023 con una tasa de inflación de 250% anual, empieza una demanda de la sociedad por atacar de raíz los problemas macroeconómicos.
Cuando Juntos por el Cambio asumió la presidencia, la gente básicamente te decía: ‘Sáquenme a esta señora porque está acusada de corrupción, porque me tiene cansada con sus cadenas nacionales, pero no me toquen las tarifas de servicios públicos, el precio del colectivo, no me toquen el nivel de empleo público, no toquemos nada’. Y eso ocurría en un gobierno que ganó el ballotage por un punto con una coalición a la que había que convencer para el lado que queríamos ir.
Milei entra sin una coalición, con sus ideas que las venía diciendo en la campaña y con el contrafáctico sobre la mesa de no hacer el ajuste. Cuando nosotros explicamos el contrafáctico la gente dudaba, no sabía si teníamos razón o no. Y el contrafáctico en 2023 estaba visible: si no ajustás, mirá lo que te pasa.
-Una situación parecida a la de Menem…
-Muy parecida. Menem asumió seis meses antes, la inflación era 4.900, este 300, pero muy parecida. Cortame un brazo pero sacame al monstruo de la inflación. Encuentra una sociedad mucho más dispuesta a acompañar.
-Ahora hay una comparación que va un poco más atrás. Algunos de tus colegas dicen que este modelo es parecido a la tablita de Martínez de Hoz, a la Argentina de dólar barato, ¿ves alguna diferencia?
-Esencialmente no veo ninguna similitud. Primero, Argentina en la época de Martínez de Hoz tenía un déficit fiscal explosivo, entonces, en el discurso, había un gobierno que decía ‘vamos a integrarnos al mundo, vamos a poner las cuentas en orden’, pero básicamente fijó el tipo de cambio para bajar la inflación pero no hubo reformas estructurales.
Los militares en Argentina básicamente aumentaron el gasto para rearmarse para invadir Malvinas.
Es cierto que el tipo de cambio ahora se ha apreciado con respecto al año pasado, pero no me animo a decir sobrevaluado, porque eso implicaría que uno sabe cuál es el valor de equilibrio del tipo de cambio.
Está claro que estamos más apreciados que el año pasado, ¿cuán apreciados? Estamos parecidos a 2017, cuando nos iba bien. Cuando hay confianza en Argentina, el tipo de cambio tiende a irse a niveles parecidos a este.
-¿Entonces es correcto este tipo de cambio que fijó el Gobierno?
-Soy un poco escéptico de las capacidades de los gobiernos de elegir el tipo de cambio real de equilibrio de largo plazo y Argentina hoy controla el tipo de cambio, tiene controles de capitales, un sistema donde va deslizando el tipo de cambio al 2% por mes. El tipo de cambio real ha sido fijado por las autoridades.
Estamos en niveles parecidos a 2017. Por eso, pienso que sería conveniente ir desmontando los controles de capitales y flotar, porque estamos en un mundo donde todos los demás flotan, donde Chile, Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia, México tienen un tipo de cambio flotante. Es mejor ir armando un esquema donde el tipo de cambio pueda flotar, porque si hay un shock externo eso se acomoda.
-Eso es importante porque de eso se está hablando ahora, que estamos vulnerables ante un shock externo, por ejemplo una devaluación importante de Brasil, ¿por qué este sistema nos hace más vulnerables a un shock externo?
-Si hubiera un shock externo donde las monedas de nuestros vecinos se depreciaran, con este esquema se movería el tipo de cambio de Contado Con Liquidación, porque es el tipo de cambio que flota. Y si eso ocurre, se abriría la brecha y todo el programa se vuelve un poco menos virtuoso porque, cuando la brecha se abre, puede que los exportadores sean más reticentes a liquidar y los importadores se apuren a comprar.
De todas maneras, está claro que la idea del Gobierno es ir desmontando los controles de capitales y converger en un esquema de flotación, lo ha mencionado el Presidente.
-Pero Caputo dijo el otro día, por primera vez claramente, que no van a levantar el cepo hasta que las reservas no sean positivas porque implica riesgos ¿coincidís con esa mirada?
-Por supuesto que si uno tiene más reservas, los riesgos son menores. Ahora, también tiene riesgos sostener un esquema de control de capitales. Hay dos riesgos y siempre hay que mirar el contrafáctico.
Argentina está en muy buenas condiciones de levantar buena parte de los controles de capitales porque tiene equilibrio fiscal, porque la base monetaria está en niveles muy bajos en términos de PBI, entonces hay una demanda de pesos potencial muy grande, y eso funciona como un mecanismo atractor hacia el peso.
Si hay mucha demanda de peso, la manera en que esa demanda se va satisfaciendo, dado que yo no financio al fisco, es que le vendan dólares al Banco Central, es la manera que crece eventualmente la oferta de pesos para abastecer la demanda de pesos.
-También hay otra lectura, que dice que las reservas no crecen de verdad porque hay cepo, sin cepo habría más inversión directa, que hoy está baja y entrarían dólares…
-Entonces creo que, dado que veo riesgos muy bajos… porque, quienes enfatizan el riesgo de salir de los controles de capitales, te hablan de los stocks acumulados que pueden irse.
En mi opinión, ahí no hay un riesgo porque con una brecha tan baja como la que tenemos hoy, está claro que el que se hubiera querido ir, podría haber comprado Contado Con Liquidación ahora, no le habría importando mucho perder el acceso al MULC por comprar CCL.
-¿Cómo es eso?
-Claro, el que compra CCL por 90 días no puede acceder al mercado oficial. Ahora, si la brecha es muy baja, ¿cuál es el costo de perder el acceso al MULC si el tipo de cambio oficial y el paralelo valen casi lo mismo?. Entonces, casi por preferencia revelada, está claro que no hay muchos locales con ganas de escaparse, de pagar dividendos atrasados o deudas con el exterior. Me parece que ese fantasma está exagerado.
Entiendo la visión del Gobierno, porque quieren minimizar riesgos, pero también hay riesgos en la decisión de esperar y salir más adelante. Uno es que se te abra la brecha porque tuviste un shock en otros países.
-Es una cosa muy común de los gobiernos, incluso pasó con la Convertibilidad, de enamorarse del momento bueno y les cuesta mucho salir de un esquema que parece exitoso, ablandarlo…
-La pregunta es: ¿El tiempo juega a favor del Gobierno o en contra para salir del cepo? Uno puede pensar que el Gobierno piensa que le juega a favor, los que pensamos que sería bueno salir antes, tenemos la otra visión.
Todos queremos lo mismo, pero yo como ex ministro, trataría de salir del cepo lo más lejos posible de las elecciones de medio término. En los próximos meses no va a haber una crisis en la Argentina, no están dadas las condiciones, la cantidad de pesos es muy pequeña, las cuentas fiscales están en orden, esto significa que eventualmente el día que levanten el cepo y unifiquen el tipo de cambio, dé un pequeño saltito, pero eso no es una crisis.
Ese pequeño saltito, si es que lo tengo, durante dos meses me podría elevar la tasa de inflación mensual, creo que es un costo que vale la pena pagar para los beneficios que tiene y hacerlo lo más lejos posible de las elecciones de medio término.
-¿El FMI no está pidiendo al Gobierno precisamente eso, que la moneda flote?
-Probablemente el Gobierno esté pensando en hacerlo, si tiene un programa con el Fondo que minimice ese saltito, hacerlo después de las elecciones de medio término. Ahora, es probable que hasta ese saltito inflacionario ni se produzca porque, creo que si unificamos el tipo de cambio, el peso hasta podría seguir apreciándose porque el fisco está en orden, hay mucha demanda potencial de pesos. Vuelvo a eso, ¿por qué el Banco Central compra dólares hoy? En parte porque se están reconvirtiendo los dólares del blanqueo a préstamos, pero otro lado porque la demanda de pesos le está ganando a la oferta de pesos y eso va a seguir ocurriendo durante bastante tiempo.
-El Gobierno apuesta a las exportaciones de gas y petróleo para sumar los dólares que hoy escasean…
-Cuando uno mira hacia delante el balance de pagos de Argentina, estructuralmente está pasando que Argentina está incrementando sus exportaciones de petróleo entre 100 y 150 mil barriles al año y son unos 5.000 millones de dólares por año adicionales.
En tres años vamos a estar exportando 3 puntos más del PBI, eso es inédito. En 2027, vamos a estar exportando 15 mil millones de dólares más de petróleo del que estamos exportando hoy. Y sin contar los proyectos de LNG con los barcos flotantes de PanAmerican, o lo que puede pasar con el cobre en un par de años si se empiezan a concretar los proyectos el año que viene.
Cuando uno mira el largo plazo del balance de pagos, hay un shock que te mueve el tipo de cambio real de equilibrio a un tipo de cambio real más apreciado.
-A veces da la impresión que el Gobierno sigue con un temor, que por ahí se justificaba al inicio, de ‘devalúo y se espiraliza la inflación’…
-Eso no va a ocurrir porque no hay pesos para convalidar esa espiralización porque la demanda de pesos se está recuperando y entonces, eventualmente, en el momento de salir, el tipo de cambio se mueve un poco, pero es un movimiento transitorio en el nivel de precios.
También bajaríamos el riesgo teniendo tasas en pesos más altas que las que tenemos. Las tasas de interés reales en Argentina hoy son muy bajas y los países que flotan por lo general tienen tasas de interés reales más altas en proporción a la inflación que tienen.
No podemos comparar la tasa real de Argentina, suponete 30 el año que viene, con la de Brasil con una inflación de 4, la tasa tiene que ser proporcional a la inflación.
Creo que Argentina está corta de tasa y eso le aporta algo de riesgos al programa porque si la tasa de interés fuera un poquito más alta… yo creo que el Gobierno mira la tasa en pesos y se conforma con equilibrar la cuestión del portafolio pesos-dólar. Ahora, en el plano de consumo-ahorro, sería sano tener una tasa de interés real más alta que promueva más ahorro, aunque la recuperación sea más lenta, porque eso permitiría acumular más reservas en el Banco Central, en un momento en que nos están faltando reservas.
-Lo que pasa es que precisamente ellos parecen apostar a un crédito barato para generar algo de actividad…
-Pero hay que mirar la actividad en términos intertemporales. De vuelta, creo que si uno minimiza los riesgos, a la larga puede tener un mejor nivel de actividad.
-Mencionaste el 2017 de ustedes como un buen momento. En el mercado muchos comparan este momento con la primavera financiera de Macri de 2017 y temen que como entonces también termine en una crisis. ¿Lo ves posible?
-Nosotros tuvimos dos fenómenos. Primero, por un lado íbamos bajando el déficit más lento de lo que está bajando hoy. Segundo, bajo el esquema de metas de inflación del Banco Central, también tuvimos muchas entradas de no residentes a las inversiones en pesos que hoy no está. Hoy, el mercado de pesos es de locales.
Nosotros tuvimos la sequía y la suba de tasas que provocó el inicio del gobierno de Trump, que hizo una expansión fiscal muy grande, recalentó la economía americana y llevó a la Reserva Federal a subir las tasas de interés.
Hoy las tasas de interés en Estados Unidos están bajando, no tenemos una sequía a la vista, no tenemos a no residentes en el mercado de pesos. Las condiciones son distintas. Ahora, cuando viene el guadañazo de afuera, siempre viene por algún motivo distinto. Nadie nos avisó del Tequila un año antes o de la crisis subprime en Estados Unidos o del Covid.
Siempre las coyunturas son distintas y por eso siempre hay que ser muy conservador. Conservador implica pagar el costo de levantar una parte de los controles de capitales y también tener tasas más altas porque eso haría que la recuperación sea un poco más lenta, pero que las importaciones crezcan un poco más despacio, que la demanda de durables que hoy está volando vaya un poquito más despacio también y eso nos permitiría acumular más reservas y mejorar más rápido nuestra hoja de balance.
-Mencionás el impacto que tuvo la política económica de Trump en el gobierno de Macri y es curioso como se dan las cosas, estamos en un escenario parecido ahora con Milei. De nuevo se habla que habrá inflación en Estados Unidos…
-Por motivos diferentes, porque en la gestión de Trump anterior hizo básicamente una baja muy agresiva de impuestos y aumentó el déficit, pero hoy no viene con ese discurso, sino con un discurso de subas de aranceles, se enamoró de los aranceles.
En la campaña, Trump le habló a un americano imaginario que cada vez hay menos, a la industria acerera de Pittsburgh que va a defender con aranceles, le habló a un hombre americano imaginario, porque hoy la economía americana es un 90 por ciento servicios, tecnología o finanzas, hay mucho menos de ese paraíso perdido al que le habló Trump.
Por otro lado, por su agenda geopolítica contra China, viene con una amenaza de subir fuerte los aranceles. La suba de aranceles genera transitoriamente una suba en el nivel de precios doméstico y, eventualmente, puede hacer más lento el proceso de baja de tasas de la Reserva Federal.
Pero, para eso, Trump presidente tiene que ser tan agresivo en la gestión como lo fue en la campaña. Tenemos que ver cómo es este Trump.
-El Washington Post el otro día analizó que Trump coincide con Milei en el estilo, en alguna cuestión de batalla cultural, pero que su política económica proteccionista puede perjudicar más a Argentina que la actual de los demócratas, ¿Compartís esa lectura?
-Trump puede perjudicar a los emergentes. Si cumple con su promesa de subir aranceles de manera indiscriminada, el dólar se va a terminar fortaleciendo a costa de las monedas emergentes, eso también complica la tarea de los bancos centrales en los países emergentes porque los tipos de cambio se van a mover.
A nosotros nos puede complicar porque hoy tenemos un tipo de cambio semifijo, por eso creo que sería importante estar preparados flotando un poco. Si Trump cumple con la promesa de suba de aranceles, puede ser más lo que nos quite que lo que nos dé en términos de apoyarnos en el Fondo.
-Mencionabas Chile, que tuvo un proceso de reformas y estabilización largo después de Allende y en el 82 tuvo una crisis importante. ¿Acá los plazos para acomodar la macro de verdad puede ser de esa escala, de unos 12 años?
-Con respecto a Chile es muy interesante el libro The Chile Project de Sebastián Edwards que cuenta cómo se formaron los economistas chilenos vinculados a Chicago que fueron los que en buena medida comandaron los procesos de reformas.
Lo interesante de la lectura del libro de Sebastián es que muestra que fue un proceso de 15 años absolutamente no lineal, donde lo único que siempre respetaron es una economía abierta, integrada al mundo, liderada por el sector privado. Pero tuvieron tipo de cambio fijo, flotante, metas de inflación, controles de capitales, los sacaron, los pusieron, tuvieron crisis, pero lo que fueron respetando fue consolidar el fisco, abrirse y creer en el capitalismo. Lo que te muestra que estos procesos no son lineales.
Después de tantos años, lo que terminó pasando es que la economía crecía muy fuerte, la pobreza comenzó a bajar y lo que consolidó la reforma fue que, cuando ganó la Concertación dijo que Chile pasaba a ser un país democrático, pero que los pilares del modelo que funcionan no los iban a tocar.
Y en Argentina vamos a empezar a crecer de manera sostenida el día que veamos los resultados de un programa capitalista que funciona y donde, cuando vayamos a las elecciones, todos digan que los pilares fundamentales no los van a tocar y habrá un gobierno que tenga diferencias en función de su política cultural, de género, qué impuestos cobra, educación, pero que haya menos cosas que estén en debate.
Y la característica que ha tenido Argentina en los últimos años es que ha tenido algo muy disruptivo que es el kirchnerismo, que no se ve en el resto de los partidos políticos. Incluso Milei, más allá de que es muy disruptuvo desde lo discursivo, su programa económico podría ser el de Juntos por el Cambio o el de un peronismo no kirchnerista, eventualmente.
Pero el kirchnerismo sí ha tenido ideas muy disruptivas y por eso también la debacle que tuvimos en agosto de 2019 cuando el kirchnerismo gana de vuelta las elecciones, porque claramente era algo que venía a dar vuelta lo que habíamos hecho en los cuatro años anteriores. Les habíamos dejado equilibrio primario y de repente nos fuimos a un mega déficit financiado con emisión y vuelven la IRAs, no se puede importar y empieza el círculo de vuelta.
Entonces necesitamos ocho años de ir en la misma dirección económica para que se vean los resultados y que la gente abrace los pilares fundamentales del esquema y que diga ‘yo voto a alguien que más o menos quiera mantener los pilares fundamentales del modelo’. Porque no hay ninguna ley o ninguna entrada a la OCDE que te haga que las reformas después no sean reversibles. La única manera de que las reformas no sean reversibles es que las vote la gente.
-En Chile pasó que, después de estas reformas, la inflación baja hasta 25 de más de 300 que reciben de Allende y se clava ahí y no la podían bajar más. Fue un problema de discusión interna, decían que había que congelar las paritarias y Pinochet se oponía, por ejemplo. ¿Acá puede pasar lo mismo, que la inflación se clave en 2% mensual, lo que es un problema?
-El último tramo es el más difícil porque uno remueve la emisión monetaria y la inflación baja. Si el programa de Milei es exitoso, a la tasa de inflación le va a costar bajar a un dígito porque los salarios reales en Argentina todavía están en niveles muy bajos, muy por debajo de la productividad de la economía argentina.
La productividad de Argentina con respecto a 2017 cayó 12% y los salarios reales 25%, entonces, los salarios reales tienen que seguir recuperándose, es decir que tienen que ganarle al IPC.
Si las cosas van bien es difícil que la inflación colapse, simplemente porque el componente Servicios del IPC, básicamente salarios, tiene que seguir creciendo por sobre el IPC. Pero si podemos ir el año que viene a una inflación por debajo de 30, el presupuesto tiene 18, sería un golazo viniendo de 250 en 2023.
-En la reciente conferencia anual de la UIA los industriales fueron críticos del modelo actual, por primera vez de manera visible. La industria y las pymes aparecen como los grandes perdedores del momento. ¿Crees que esto es así?
-Creo que no. Primero, si logramos generar una economía que crezca estable, al 3% anual por muchos años, vamos a ver cómo le va a la industria. Creo que le va a ir mucho mejor que cuando teníamos un año de crecimiento y uno de recesión, que es como venimos los últimos años.
Si el riesgo país sigue bajando, van a poder reequiparse y competir. Hay sectores que van a estar más complicados, que gozaron de niveles de protección muy elevados y tenían precios domésticos ridículos.
-Los textiles…
-El sector textil, por ejemplo, y ahí lo que hay que priorizar es que la gente pueda comprarse ropa.
Ojalá podamos tener empresas híper competitivas en el rubro textil pero también entendamos que hay que reconvertirse y tener precios competitivos con el resto del mundo. Eso, para la industria en general.
Hay un lugar común que sostiene que este modelo es solo petróleo, litio, minería, turismo, conocimiento y agro. Ahora, cuando se mueve el petróleo, se mueve toda la industria metalmecánica de Santa Fe, porque hay que hacer un montón de cosas ad hoc, a medida, adaptadas a cómo se perfora en Argentina. Si tenemos que hacer toda la infraestructura de transporte de gas y oleoductos que se van a hacer en los próximos años dado el aumento de la producción, toda la industria de acero también va a estar mucho mejor que antes.
Pero es verdad que hay algunos sectores, como las armadoras de Tierra del Fuego, textiles, donde vamos a estar más complicados, pero no diría que el contexto va a ser malo para la industria en general.
-Asociado a ese lugar común que mencionas que describe un modelo extractivista, de supervivencia sólo de las industrias que pueden exportar, aparece la desaparición de la clase media, ¿crees que es así?
-Mira en Australia cuánta clase media hay y en Argentina cuánta clase media hay y compara también cuánto gana alguien que no es de clase media en Australia y cuánto en Argentina. El boom de crecimiento en Australia arrancó por los recursos naturales, entonces, de ninguna manera creo que este modelo sea excluyente. Es excluyente una economía que se contrae y que no genera oportunidades.
Fuente: lapoliticaonline.com